
Nos despertamos a las 06:30 de la mañana, no porque suene el despertador si no por los nervios del viaje; de hecho el vuelo a Dublín no sale hasta las 12:50 horas, por lo que tenemos tiempo para ir relajadamente. Las mochilas las dejamos hechas por la noche, aunque le dedicamos muy poco tiempo dado que ya sabéis que viajamos ligeras de equipaje. Ahora ya, lo que más pesa son las guías de viaje y los dos portátiles que siempre llevamos con nosotras. Nos vamos a Irlanda y nuestra primera noche la pasaremos en Drogheda.
Volando de Barcelona a Dublín
Llegamos al aeropuerto en metro, es el medio de transporte más rápido y casi el más económico para ir de Barcelona al aeropuerto “Terminal 1 salida Vueling” Se nos hace muy raro hacer un vuelo tan corto para llegar a nuestro destino, si todo va bien, en tan sólo dos horas y media estaremos en la República de Irlanda. El trayecto en metro no ha durado más de 40 minutos y nada más llegar al Aeropuerto hemos recordado lo que es viajar en agosto: ¡El aeropuerto a tope de gente, con maletas voluminosas que nos impiden caminar con normalidad! Una vez pasado el control de equipajes hemos hecho nuestro ritual, que es el entrar en varias tiendas de ropa, la verdad es que vale la pena, porque no sé si os habéis fijado que en el aeropuerto siempre parece que avancen una temporada y no sería la primera vez que a la vuelta de un viaje de verano, hemos comprado alguna ropa de otoño e incluso invierno. No, no es más económico ni tampoco más caro pero la ventaja de comprar con poca gente y por adelantado es un lujo.
Como os iba contando, hemos llegado al aeropuerto con bastante antelación y tras hacer nuestro ritual utilizamos algo que Amelia tenía entre manos: resulta que este año pasado adquirió la tarjeta American Exprés Oro para obtener puntos para el próximo vuelo lejano que hagamos y además, esta tarjeta incluye 2 pases a salas VIP mediante Lounge Club por persona. Hacemos uso de ellas y entramos en la Sala Joan Miró. Parece mentira que a alguien que le da miedo a volar, como a Amelia, esté pendiente de todas estas cosas que se pueden hacer en un aeropuerto (Quizás necesita encontrar todos los beneficios posibles para que le compense el mal rato que pasa durante el vuelo). La sala está bien y se pueden hacer diversas cosas tales como comer y mucho, beber y mucho, descansar tumbado (casi dormir, en la sala de descanso que tienen habilitada), ducharse (puedes pedir toallas y enseres para ello en recepción), sentarte en sillones individuales muy cómodos y hasta hay una sala de reuniones por si la necesitas, también hemos visto que hay una zona preparada para orar por si es el caso de necesidad. En cuanto a la comida y la bebida está muy bien, casi os diría que mejor la bebida pues hay de todo tipo con alcohol y sin alcohol. La verdad es que si has de pasar entre dos y tres horas esperando en el aeropuerto y tienes pensado comer en él teniendo en cuenta lo cara y mala que es la comida de un aeropuerto casi vale la pena, si te dejan, que saques una entrada para alguna sala VIP. Por ejemplo, si entrar en la sala VIP tiene un coste de 25 euros puede ser que en cualquier restaurante del aeropuerto ya te gastes al orden de 20 euros por persona; dicho esto, valora si vale la pena. Otra cosa es que por motivos de cupo de gente no te dejen entrar salvo que estés afiliado a algún programa de salas VIP. Nosotras lo tenemos gracias a disponer de American Express por la que tampoco pagamos cuota pero es un pequeño truco que os podemos contar así que si lo queréis saber sólo debéis contactar con nosotras y Amelia estará encantada de explicarlo.
Es el momento del embarque, esta vez tenemos los asientos 31D y 31C, dos pasillos al final del todo. Pasillo para ir más cómodas porque estos Airbus A320 son pequeños y así podemos movernos alargando las piernas y al final de todo porque hace tiempo que no nos sentamos en la cola y así Amelia se acostumbra a escuchar otros ruidos del avión. Para este viaje, me dice antes de despegar que en su App FliyingCalmly indica que no habrá turbulencias durante el vuelo (probabilidad 0%). El sueño me vence y me despierto cuando queda poco más de media hora de trayecto, Amelia me dice que ha ido leyendo y ha estado pendiente de cada uno de los movimientos de la tripulación de cabina. Seguro que sabe cuántos bocadillos han entregado, quien ha bebido más o menos cerveza y en qué momento se han terminado, pues no sé si os habéis fijado pero en todos los vuelos, las cervezas es uno de los productos que antes se terminan.
Aprovecho para mirar cómo ir del Aeropuerto a Drogheda, que es lo que debemos hacer al llegar a Irlanda puesto que nuestro primer destino será Drogheda, para dormir allí y mañana ir a ver Brú na Bóinne; y hojeo la revista de Ling de Agosto 2018 y entre diferentes artículos que no llaman mi atención, me detengo en Un Pantone de puertas, escrito por Enrique Alpañés, cuenta tres versiones del porqué las puertas de Dublín (nuestro último destino en Irlanda) son de diferentes colores. La primera hace referencia a la rebeldía Irlandesa contra la corona inglesa; la segunda cuenta una historia más popular de alcohol y celos, que sólo podía tener terribles consecuencias; y la tercera, explica que en el periodo Georgiano (1714-1830) se definió el estilo arquitectónico de la ciudad para que las casas tuvieran armonía, pero los dublineses pintaron las puertas de colores para destacar por encima de sus vecinos, aprovechando una vacío legal no regulado en la normativa. Seguro que en nuestros 20 días en Irlanda descubrimos cuál es la verdadera historia.
El avión parece preparase para el descenso y Amelia se transforma. En este momento parece una niña de ocho años, con ojos inquietos mirando al personal de cabina, y aunque los ve tranquilos ella no se relaja, no deja de moverse, cuando nota que el avión pierde altura se agacha, y apoya la cabeza en el asiento delantero. Por fin tocamos suelo y Amelia se alegra de haber sobrevivido otra vez. Las gatas tienen siete vidas, Amelia tantas como vuelos ha realizado.
El vuelo ha durado, apenas, tres horas. Son las 14:40, hora local, y ya estamos en Irlanda!
Ya estamos en el aeropuerto de Dublín
Nada más bajar del avión, al llegar aeropuerto de Dublín, caminamos dirección al tránsito de pasaportes, el trámite es rápido y no perdemos tiempo en algo que, en otros países, puede llevarte más de una hora. Una vez pasada la zona de recogida de equipaje salimos a la zona donde todos están esperando a sus familiares, amigos, etc… ese momento tan gracioso de los aeropuertos que te sientes como si fueses una estrella, pero a nosotras no nos espera nadie y nos dedicamos a buscar algún indicador que nos informe al respecto de los autobuses. Vemos que a mano derecha está el puesto de información de autobuses y transportes en el que preguntamos si venden tickets para Drogheda y tenemos la suerte que nos atienden en español. El precio del billete es de 7,70€ siendo el mismo importe que te cobra el chófer en el autobús.
Las paradas de autobús del aeropuerto son fáciles de localizar, atravesamos la zona de parking y allí, por zonas, están indicadas. La nuestra es la zona 10 y nos dirigimos a nuestra parada disfrutando de un aire muy fresquito en comparación con Barcelona, que dejamos a 35 grados. El autobús ha llegado puntual, más que un autobús es un autocar.
Drogheda
En menos de 40 minutos, estamos en nuestra primera población de Irlanda: Drogheda. Es una ciudad pequeña, gris y casi diríamos que industrial pero como es nuestra primera parada en Irlanda nos parece maravilloso disfrutar de algún que otro paseo por este lugar. Encontramos un tríptico que nos habla de 4 paseos diferentes por Drogheda y decidimos no seguir ninguno en particular pero sí mezclarlos todos, así que nosotras le llamamos el paseo de Drogheda y os dejamos el enlace de la explicación y el mapa del paseo por si os interesa y alguna vez estáis en Drogheda.
En Drogheda se escucha, constantemente, el canto de las gaviotas que anuncian que aunque no veas el mar, estamos muy cerca de él. Pensamos que sería una población tristona y sin demasiado encanto, pero nos está gustando, aunque puede ser que no seamos muy objetivas, es nuestro primer día de vacaciones, es nuestra primera parada en Irlanda y todo nos parece fantástico. En Drogheda todos son muy amables y sonríen cuando nos cruzamos con ellos. Nos paramos en un cruce para revisar el mapa y un chico se para a preguntarnos si necesitamos ayuda. La gente está en la calle hablando y al pasar te saludan con un “hola” o bien un “¿Cómo estás?”. Hasta los animales, en especial las gatas, son simpáticas y se dejan tocar sin miramientos. Este país parece especial, nada agrío y muy sociable….nos está encantado y eso que sólo llevamos unas horas. Nada más llegar nos alegramos de haber venido. Llevamos un par de horas en Irlanda y ya nos sentimos como en casa.
En nuestro paseo nos encontramos con los típicos buzones de correos pero nos sorprende ver que son de color rojo porque habíamos leído que, en Irlanda, son de color verde, aun así tienen un encanto especial.
Continuamos caminando y ahora sí, ahora sí que encontramos algo que andábamos buscando en Irlanda y son las cabinas de teléfonos diferentes, tienen un color diferente y además las letras son como celtas. Este paseo que estamos haciendo, aunque Drogheda no es una ciudad turística está resultando todo un descubrimiento ¿Será porque es el inicio de nuestra ruta por Irlanda y estamos entusiasmadas?
Llegamos a una esquina, 19 Peter Street, y al mirar a izquierda y derecha vemos un pub que nos llama la atención, tiene la fachada amarilla y las ventanas adornadas con flores: Clarke´s Pub, entramos y sin saber muy bien qué cerveza tomar (salvo Guiness que está por todos lados) pedimos nuestra primera cerveza en un pub que por lo visto ganó un premio por la bonita fachada que tiene. El interior es muy curioso porque es antiguo, de madera con una barra preciosa y hay zonas del pub que están compartimentadas para que se pueda estar por parejas o grupos de 3 y no molestarse unos con otros.
Tomamos dos pintas Smithwicks, siguiendo el consejo del camarero y nos cuestan 10,80€. Sí, cada pinta tiene un coste entre 5 y 6€.
Cenamos algo ligero en un restaurante de la zona en el que nos encontramos con otro chico que también es español, de Mallorca, pero sus padres extranjeros a los que se ha referido como “guiris”. En Drogheda se puede comer en muchos lugares así que no hay de qué preocuparse por este aspecto. Si los restaurantes han cerrado siempre quedarán los fast food que nunca pueden faltar, aunque no son nuestro fuerte.
Terminamos de cenar y como aún hay luz del día, decidimos proseguir con la ruta que estábamos haciendo y así no nos vamos directas a la cama. La noche aparece a medida que, durante nuestro paseo, nos acercamos al hotel. Hemos visto muchas puertas abiertas, lo que nos hace pensar que no hay mucha delincuencia o bien amantes de lo ajeno.
Son las 23:19 de la noche y nos vamos a descansar pues mañana nos sonará el despertador a las 7 de la mañana para prepararnos para el siguiente día en que nos iremos a visitar unos restos históricos, más antiguos que las pirámides de Egipto.
Amelia siempre está pensando en el presupuesto que tenemos para el viaje así que nos apuntamos lo que gastamos cada día.
Los gastos de hoy han sido:
- Billete de Autobús: 7,70€
- 2 Pintas Smithwicks: 10,80€
- Cena dos personas compuesta de dos curri (verdura con arroz basmati) con carne, dos pintas y unas patatas fritas, hechas al momento con tomate, para picar. Total cena: 46€.
No es un país económico pero ya lo habíamos leído, así que no nos sorprende ni el precio de la cerveza ni el precio de la cena; seguro que a medida que avance el viaje iremos ajustando precios y comiendo mejor o por lo menos más sano.
Nos despedimos de Drogheda con la que será nuestra primera pinta de las muchas que tomaremos, estamos seguras.
Alojamiento en Drogheda
Nuestro alojamiento de hoy ha sido en un hostal que estaba muy bien valorado, en habitación privada y con baño. La verdad es que es un alojamiento encantador regentado por viajeros de todas las nacionalidades así que el idioma no ha sido problema. El hostal en Drogheda se llama Spoon and the Stars hostel. Podéis consultar el detalle en alojamiento en Irlanda .
Puedes ver toda nuestra ruta de Irlanda en 20 días días aquí.
Preámbulo: ¿por qué Amelia y Virginia deciden viajar a la Isla de Irlanda?
Capítulo 2: Visita a Brú na Bóinne y llegada a Belfast.
En el caso de que queráis preparar vuestro propio viaje a Irlanda aquí os dejamos información útil:
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