Ha sonado el despertador a las 7 de la mañana, no era necesario porque hasta las 8 no tenemos el desayuno. Nos duchamos y bajamos a la cocina; tenemos el desayuno sobre la mesa, nada especial puesto que todo son cereales y leche entera, también hay pan de molde integral y blanco. En la nevera nos han dejado zumo de naranja y algo de mantequilla. Nos hacemos dos tostadas con mantequilla y preparamos un café. Mientras tomamos café aparece otro huésped que nos saluda con la cortesía que se saludan los huéspedes en los alojamientos. No nos dice su nombre ni nosotras el nuestro pero sí que nos preguntamos de dónde somos. Él ha resultado ser de Irlanda pero ha vivido 36 años en Méjico así que otra persona con la que podemos entablar conversación en nuestra lengua materna. Hablamos de la actualidad de Irlanda del Norte y nos explica aspectos sobre Brú na Bóinne.
Visita a Brú na Bóinne
Estamos ansiosas por ver este complejo arqueológico que tiene como 5000 años de antigüedad. Es una de las paradas en nuestra ruta por Irlanda en 20 días que con más ganas esperábamos y hoy por la mañana visitaremos al completo el cementerio de Brú na Bóinne.
El cielo ha despertado tristón y cae una leve lluvia, pero nada más llegar al centro de visitantes de Brú na Bóinne deja de llover y nos permite realizar la visita de forma tranquila, a veces con chaqueta puesta, a veces en mangas de tirantes; realmente el tiempo de Irlanda es cambiante en cuestión de segundos. El desplazamiento lo hacemos en taxi porque la distancia es de tan sólo 8 kilómetros y la diferencia en precio mínima pagando cada una su billete de autobús (7€) o bien las dos en taxi (15€). Además nos han dicho que mejor llegar pronto al Centro de Visitantes para ver los cementerios megalíticos porque luego parece ser que hay que hacer cola. El taxista nos lleva con diligencia y ciertamente, sobre las 09:30 horas estamos en nuestra primera visita en Irlanda. Como tenemos pensado visitar varios lugares de interés nos hemos comprado la Heritage Card que por 40€ y durante un año permite entrar ilimitadamente a un montón de lugares de interés por toda Irlanda, incluido el centro de Brú na Bóinne que ya son 13€.
Consejo sobre Brú na Bóinne: Compra la Heritage Card en el mismo centro, puedes pagar con tarjeta o en efectivo y no hace falta que la compres on-line por antelación, nosotras nos arriesgamos a no hacerlo y no hemos tenido ningún problema en comprarla el mismo día. Además, si tienes el carnet de estudiante sólo te costará 10€ (nosotras nos dimos cuenta de esto cuando ya era tarde).
El lugar en el que están ubicados los Túmulos es precioso, es como un enorme jardín verde con casitas diseminadas y granjas. El taxi nos ha dejado en la entrada del Visitor Center en la zona de parking de vehículos. Apenas hay coches así que vemos que es cierto que si vas temprano no hay tanta gente. Buscamos las señales indicativas y está todo muy claro así que siguiéndolas atravesamos un pasillo, al aire libre, hecho con troncos de madera que de ser rojos hubiese parecido que estábamos en el templo de Fushimi Inari en Kyoto. Ya en el edificio del Visitor Center nos pregunta una chica si queríamos ver sólo un túmulo o bien los dos; optamos por los dos y nos pone una pegatina de cada color en la solapa. Lo tienen todo muy bien organizado y no hay manera de que se monten aglomeraciones, nos toca la azul a las 10:15 para ver Knowth y a las 11:45, una de color blanco, para ir a Newgrange. Lo hacen así dado que distribuyen en grupos de unas 15 personas por temas autobuses y entradas a los Túmulos.
Nos fijamos que la mayoría de gente que va en coche sigue el mismo protocolo que nosotras: acuden al centro de visitantes, compran la entrada, se ponen las pegatinas y esperan a su grupo para coger los autobuses que te desplazan de un lado para otro por grupos organizados. Pero, también vemos que hay gente que va en coche que entra en el centro de visitantes, compra las entradas y luego vuelve a su coche para desplazarse por sí mismos de un Túmulo a otro; aunque no hay mucho espacio para aparcar donde están ubicados los túmulos sí que resulta interesante si tienes mucha prisa dado que así no has de esperar a que llegue tu autobús asignado de vuelta al centro de visitantes. Bueno, lo comento para aquellos y aquellas que tengan prisa por ver todo en centésimas de segundo pues, en ocasiones, el tiempo apremia y no es igual para todo el mundo.
Lo que sí es importante que sepáis es que las entradas sólo y únicamente se pueden comprar o en el Visitor Center o bien por internet.
En el Visitor Center hay una tienda de Souvenirs, para quien le interese, una cafetería con algún que otro comestible y una pequeña exposición sobre los yacimientos. Es pequeño pero hasta que no salga tu grupo programado te puedes entretener mirando todas esas cosas. También tomamos dos cafés expresos por 2.20€ cada uno de ellos; la leche nos la ponemos gratis dado que vemos que hay una serie de jarritas para tal uso en una mesa.
A las 09:45 sale nuestro autobús hacia el Túmulo de Knowth y la sorpresa, que no sabíamos, es que la visita es guiada (en inglés). Este complejo está compuesto de varios túmulos y nos ha encantado; según Amelia parecía la casa de los Teletubies. La visita con explicación a Knowth es de, aproximadamente, una hora pero se hace distendido y el tiempo pasa rápido porque no deja de ser un paseo por el campo.
A las 11:45 sale el otro bus que nos lleva a Newgrange, que es igual de grande que el anterior pero solo hay un túmulo. En este puedes introducirte por el túnel. A mí me ha dado mucha claustrofobia así que en cuanto entra todo el mundo salgo rápidamente de nuevo al campo; Amelia me sigue como alma que lleva el diablo pues otra cosa no se le va a pegar pero todos los miedos que pueda… Hacemos tiempo rodeando el Túmulo y nos vamos a la sombra porque el sol arrecia como para protegerse.
Consejo sobre la visita a Newgrange: parece la visita estelar de Brú na Bóinne y cuando planeas el viaje planificas 45 minutos para poder verlo con tranquilidad pero, en realidad, con 20 minutos tienes suficiente dado que, aunque se pueda entrar dentro no estarás mas de 5 minutos y rodear la tumba no te llevará mas de otros 8 minutos. Si vas en coche particular, tenlo en cuenta y si dejas el coche aparcado fuera tendrás tiempo de sobras, sin miedo a que al coche le pase algo. Si vas, como nosotras en visita con autobuses del centro de visitantes, tendrás que esperar al que te han adjudicado.
Nos vamos en tren a Belfast desde la estación de Drogheda
Cuando terminamos, como el próximo bus de línea no sale hasta bien tarde, volvemos a llamar a un taxi. Teníamos previsto coger el tren a Belfast de las 15:53 pero hemos conseguido acelerar y coger el de las 13:56 previo pago de 55€ por 2 billetes de ida. El transporte en este país es caro, muy caro a nuestro parecer; por lo menos los asientos son cómodos y los vagones están limpios. Hemos tenido la sensación de sentarnos en otra clase diferente pero después de mirar para un lado y para otro hemos convenido que todo es una misma.
Compartimos mesa con otros dos viajeros del país, nos saludamos con una sonrisa y el tren se pone en marcha. El viaje en tren siempre nos gusta puesto que podemos disfrutar del paisaje relajadamente y, al mismo tiempo ir haciendo otras cosas. Mientras que yo estoy escribiendo ahora mismo, los señores que nos acompañan en la mesa, dos Irlandeses que no paran de hablar y de ahí conocer su nacionalidad, nos están mirando de reojo y uno de ellos entre conversación y conversación está deleitándonos con la banda sonora de Singing in the rain en concreto con Good Morning, la que cantan Debbie Reynolds, Gene Kelly y Donald O’Connor. Verdaderamente los nativos de esta tierra son muy cantarines. Finalmente bajan en Newry y nos quedamos con la mesa para nosotras dos.
Todo el trayecto es muy bonito, os aconsejamos el desplazamiento en tren puesto que el paisaje es verde, muy verde y como Irlanda es tan plano se puede ver a través de la ventana como si de un cuadro se tratase. Estamos atravesando Irlanda a través de una ventana, cosa que me recuerda cuando estaba en mi primera habitación a solas y sólo tenía una ventana por la que contemplaba la vida pasar en la ciudad.
Primeros pasos en Belfast
A las 15:35 llegamos a Belfast y caminamos unos 25 minutos hasta el Belfast Youth Hostel, nuestro alojamiento para las 2 noches que pasaremos en la capital de Irlanda del Norte. Es un albergue orientado a gente joven, es como estar de colonias con los compañeros del instituto, la música está unos decibelios más alta (de lo que nosotras consideramos normal) las 24 horas, o eso nos parece a nosotras, ya que durante nuestra estancia hemos entrado y salido del Hostal acompañadas por la música. Podéis consultar los detalles en alojamiento en Irlanda.
La habitación es muy amplia, tiene dos camas individuales una litera y un baño. Hemos contratado una habitación doble, con baño privado, pero nos han dado una cuádruple, con baño privado para nosotras solas. Lo normal en este tipo de hostales es que la gente comparta habitación, en litera, y también el baño. Esto hace que el coste del alojamiento, se abarate considerablemente. Nosotras, en este viaje estamos intentado alojarnos en habitación privada y con baño de uso privado, también.
Continúo con Belfast que me desvío. Hemos llegado 2 horas antes de lo previsto a Belfast por haber cogido el tren de las 13:53, y realmente ha sido un regalazo.
La tarde la dedicamos a ver el sur de la ciudad. Desde el Hostal caminamos hasta la Queens University de Belfast, el edificio es majestuoso, sus colores rojizos y blancos destacan entre la vegetación que la rodea. Es una zona muy tranquila, sólo se escuchan algunas gaviotas y los pasos de los estudiantes que entran y salen de la Universidad.
La fachada principal está en reformas así que tenemos que ir a los laterales para ver los detalles.
Entramos como dos alumnas más, aunque nos delata nuestro plano en mano y que somos las únicas que visitamos una pequeña tienda de souvenirs que se encuentra en la entrada. Son casi las 5 de la tarde y la dependienta cierra la puerta detrás de nosotras, después de haberle comprado un punto de libro. Salimos al patio interior y nos sentamos en uno de los bancos a disfrutar de los diferentes edificios que componen la Universidad. Cada banco tiene una placa, que recuerda a un académico importante, doctoras, físicos, poetas,etc.
Después de descansar unos 10 minutos entramos en el edificio principal de la Universidad, bueno realmente lo que hacemos es colarnos; no hay nada que le atraiga más a Amelia que una puerta cerrada a cal y canto, y si pone prohibido el paso, o privado, aún le entra más curiosidad. Por supuesto, se controla “casi siempre” y se asoma o pide permiso para acceder. Entramos en varias salas: aulas (muy antiguas, con un proyector, y un ordenador de los años 90, por lo menos), comedor, sala de reuniones, y por los pasillos nos vamos encontrando puertas cerradas, que únicamente pueden abrirse con código. También descubrimos unas escaleras enmoquetadas de color rojo, con las paredes decoradas con fotos de personas ilustres licenciadas en la Universidad de Queens. Pensamos que nos van a echar en cualquier momento, pero no es así, quizás porque no nos cruzamos con nadie durante nuestra visita clandestina.
Salimos por la puerta principal y nos vamos al Royal Botanic Garden, un parque muy cuidado que se encuentra al lado de la Universidad. Lo primero que nos asombra y nos maravilla es un gran invernadero, blanco; es difícil distinguir su contorno, ya que el cielo tiene el mismo tono blanquecino, haciendo que destaquen aún más los colores de las plantas y las flores que lo rodean. El olor y la tranquilidad que se respira nos invita a quedarnos toda la tarde paseando por el Botanic Garden, pero tenemos que aprovechar las dos horas que nos hemos regalado en Belfast.
De Pubs por Belfast
Es cierto, que para nosotras es importante aprovechar el tiempo, pero siendo sinceras también ha llegado el momento de sentarnos a tomar nuestra primera cerveza del día. Muy cerca de El Royal Botanic Garden encontramos una entrada a un pequeño patio, que nos lleva a Molly’s Yard, nuestra intención es tomar dos pintas, pero nos dicen que no es posible beber sin pedir algo de comida, así que pedimos unas Chips. Nos las sirven en el patio, dónde podemos fumar y revisar el plano de Belfast para diseñar la ruta que haremos el resto de la tarde/noche. Por las dos pintas, y las patatas fritas (no chips de bolsa) nos cobran 11,50 Libras. El Molly’s Yard es muy agradable, el interior es pequeño, acogedor, y dispone de la parte al aire libre, que se agradece si hace buen tiempo.
Desde allí caminamos hacia la zona más céntrica de Belfast, en busca de la siguiente cerveza, realmente en busca del Pub más nombrado en todas las guías, The Crown, en Great Victoria Street, con Amelia Street, sí Amelia Street. El interior está reformado, tiene zonas reservadas con cabinas, que son originales y simulan a los vagones de la época, como el Orient Expres. Cada cabina tiene un timbre para llamar al camarero, que ve la placa encendida y acude. Actualmente, no funcionan los timbres, pero los tienen de adorno. El nombre original de este Pub era El Ferrocarril, porque estaba cerca de la estación; hasta que lo vendieron. Los nuevos propietarios del local, un matrimonio (ella protestante, el católico), decidieron cambiar el nombre. Cada uno pensó en que nombre era el más adecuado, tuvieron discrepancias, pero obviamente ganó la mujer, y le pusieron el escogido por ella: The Crown. El marido tuvo que aguantar las burlas de sus amigotes por no haber conseguido vencer a su mujer en algo tan nimio como poner el nombre de su Pub. Así que el marido como venganza hizo dos cosas: 1) Ofreció bebida gratis a quien le trajera material robado de las iglesias. 2) Colocó una corona en el suelo, a la entrada de The Crown para que todo el que entrara la pisara. El Pub The Crown está construido con material eclesiástico, y para entrar tienes que pisar la corona. Es un pub que hay que entrar a ver, pero a nosotras nos pareció mucho más bonito y auténtico el Pub de Drogheda.
Al lado de The Crown está The Robinson Saloon, y cruzando Amelia St. The Brennan’s Bar, con música en directo, y una clientela muy curiosa, la mayoría de los clientes tienen más de 60 años, aunque también vemos algún grupo de adolescentes. Igualmente, esta mezcla de edades es común verla en los Pubs de Irlanda del Norte, incluso hay familias enteras que se reúnen en los Pubs.
Consejo: tómate tiempo y dinero para disfrutar de unas pintas en varios Pubs, en esta zona hay muchos juntos pero ten en cuenta que suelen ser más caros que en otra zona de la ciudad. Ahora bien, no dejes de entrar en The Crown!
Enfrente del The Crown se encuentra el Hotel Europa, el más bombardeado durante el conflicto, ya que era el único Hotel que no cerró en el momento más crítico.
Al lado del hotel Europa se encuentra la Grand Opera House, en este momento está en cartel Evita pero el presupuesto no nos da para disfrutar de un musical, lo dejaremos para otro momento.
Desde allí nos dirigimos al número 30 de Bank Street para ver el Kelly’s Cellars, y aquí sí que nos entran ganas de quedarnos un rato y tomarnos una cerveza, es de los pubs más antiguos de Belfast (1720) y era el lugar de reunión de Henry Joy McCracken y de los United Irishmen cuando preparaban la Rebelión de 1798, muy recomendable para escuchar música tradicional y disfrutar del local. Cuando entramos nos sentamos en la barra, pero la cantidad de vasos de cerveza que nos van dejando al lado nos obliga a sentarnos en unos bancos que hay rodeando el local, al lado de dos chicos que nos preguntan cómo estamos … lo cierto es que los irlandeses son súper amables, siempre sonríen, te saludan, y en todos los pubs nos dan conversación.
En este pub hay dos carteles de avisos a los clientes que son muy curiosos:
Al salir del Kelly’s Cellars continuamos paseando por las calles de la ciudad, y desde Rosemary Street oímos música tradicional en directo, nos llama tanto la atención que nos detenemos y buscamos de dónde viene, está claro que tiene que ser un Pub, pero no vemos ninguno. Identificamos el edificio en el que suena la música, pero no hay ninguna entrada, bordeamos el edificio por un callejón y encontramos una puerta, de cristal, cerrada, y nos acercamos para intentar ver el interior. Una voz nos habla “Good morning, girls” y la puerta se abre, directamente entramos, sin plantearnos que nos íbamos a encontrar en aquel lugar tan aparentemente “clandestino”. Dos tramos de escaleras y una segunda puerta nos lleva a una sala con una barra, un billar, varias mesas, unas con sillas, otras con bancos y otras con sofás. Al fondo, efectivamente, dos chicos tocan y cantan en directo. Un joven en la barra nos da la bienvenida, le pedimos dos pintas y nos dice que no tenemos que pagar nada. Al entrar ya nos ha parecido todo bastante extraño, gente de todas las edades, vestidos como si estuvieran en una fiesta de disfraces; el joven camarero nos sonríe excesivamente y aunque insistimos no nos permite pagar las pintas. Se lo agradecemos y nos pregunta “Si habíamos estado en Halloween” yo, perpleja, le contesto que no, que es la primera vez que estamos en Irlanda. Amelia me mira como si me hubiera vuelto loca de repente, y me dice que nos ha preguntado si estamos de vacaciones. En fin, me parece todo tan esperpéntico que encuentro normal que pregunten por Halloween y no por Holidays. Desde la barra observamos el local. Unos señores entraditos en años nos hacen señales para que vayamos a jugar al billar con ellos, y una señora sin cejas se acerca y nos pregunta si queremos tomar algo más, es una clienta, no una camarera, que nos insiste en que si nos falta algo ella nos invita. Las paredes del local están forradas de fotos, y en el centro hay un letrero “Catholic Social Club”. La señora sin cejas nos continúa hablando, nos cuesta muchísimo entenderla, lo cierto es que el irlandés se nos está haciendo difícil, hablan muy rápido y con un inglés muy cerrado, después de hacerle repetir unas tres veces cada frase, entendemos que nos dice que está harta de los colorines de la ciudad. Por supuesto se refería a la cantidad de banderas del arcoíris que inundan Belfast por la semana del orgullo gay. Después de todo esto, aún nos planteamos por un segundo tomarnos otra pinta, por lo menos para pagar algo, nos parece de mala educación irnos sin pagar nada, pero se nos pasa enseguida. Nos despedimos con un gesto de cabeza de la pobre señora, agobiada por la decoración de su ciudad, y miramos hacia la barra para despedirnos del camarero que nos ha invitado, pero al no verlo aceleramos hacia la salida. Se nos pasa por la cabeza que nos van a encerrar y hacernos algún tipo de exorcismo, pero por suerte abrimos la primera puerta, y bajamos el primer tramo de escaleras. Antes de llegar a la segunda puerta nos sorprende el camarero que sale de la nada cargando una caja de bebidas. Le sonreímos “Thank you” y aceleramos en dirección a la puerta que da al callejón. Antes de abrirla notamos los ojos del joven clavados en nuestras nucas. ¡Aire fresco, salvadas!
Un gran descubrimiento: The Entries, los pasajes…
Continuamos nuestro recorrido por The Entries, son unos pasajes que se encuentran entre las calles Rosemary , High y Ann, y están plagados de Pubs, muchos de ellos con música en directo. Es viernes por la tarde y están repletos de gente (los pubs y los pasajes) cuesta caminar por la calle. Los más concurridos son el Duke of York, The Harp Bar, ambos en Commercial Court y la White Tabern, en la Rosemary street, pero el preferido por los habitantes de Belfast es The Dirty Onion Yardbird, en Hill Street, está ubicado en uno de los edificios más antiguos de Belfast, según indican en la entrada es de 1680, dispone de terraza al aire libre y tienen música en directo. Nosotras no podemos ni poner un pie dentro de la cantidad de gente que hay. La música está presente desde primera hora de la mañana hasta la madrugada en Irlanda del norte, los habitantes de Belfast pasan muchas horas en los pubs, cantan, beben y disfrutan de la calle. Hasta el momento Irlanda del Norte me parece el país de las sonrisas y la música.
Antes de irnos a dormir nos acercamos a ver los puentes del río Lagan. Os recomendamos ir hasta el Queens Bridge al atardecer, y verlo desde la parte de abajo iluminado. Las luces, la tranquilidad del río y la música de los pubs de fondo nos parecen la forma perfecta de terminar nuestro primer día en Belfast.
El día ha sido completo, hemos despertado en Drogheda y visitado Brú ná Bóinne. Luego hemos cambiado de país para ir a Irlanda del norte en transporte público y al final hemos podido disfrutar de la sorprendente ciudad de Belfast. Mañana nos queda mucho por hacer porque tenemos todos los murales para admirar. Quizás, si nos tenemos que quedar con algún recuerdo del día de hoy, nos quedamos con los túmulos de Knowth y los pasajes de Belfast, también conocidos como The Entries.
Puedes ver toda nuestra ruta de Irlanda en 20 días aquí.
Capítulo 1: Llegada al aeropuerto de Dublín y visita a la ciudad de Drogheda.
Capítulo 3: Paseos por Belfast, sus murales y los rincones escondidos.
En el caso de que queráis preparar vuestro propio viaje a Irlanda aquí os dejamos información útil:
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