En cuanto nos despertamos miramos los horarios del bus Eireann 226 que nos llevará a Kinsale, puedes consultar los horarios y tarifas en transporte público en Irlanda para concentrarnos en nuestra primera prioridad, el desayuno. En el alojamiento no lo tenemos incluido y decidimos buscarlo en una de la calles que más nos ha gustado de Cork, McCourtain Street y que además tenemos cerca del hostal y comenzamos la búsqueda mirando de un lado a otro. Hemos encontrado un pequeño local, muy bonito, que se llama Tara´s Tea Room. El estilo del establecimiento es como estar entre una casita de muñecas y un salón de te antiguo pero en su conjunto algo precioso. Miramos la carta y vemos que los desayunos prometen y, además, hacen el típico desayuno irlandés que no hemos vuelto a probar desde que estuvimos en Derry así que nos lanzamos a ello y acertamos de lleno. Espectacular y nada que ver con el otro que tomamos, éste si que ha sido el típico y además de buena calidad. Los precios del lugar imbatibles y acordes con cualquier economía tanto de Irlanda como de cualquier otro país europeo. ¡Hemos empezado el día con buen pie o, mejor dicho, con buen sabor de boca!
Hoy nos toca visitar la población pesquera de Kinsale y parece que el tiempo no nos va a sonreir. Salimos de Cork con el cielo gris y va oscureciendo a medida que avanzamos; una vez pasado el aeropuerto de Cork y a medio camino antes de llegar a Kinsale empieza a llover. Bueno, esperemos que esto sea, también una nube y luego pase tal cual está pasando con el clima en esta isla pero miramos el cielo de nuevo el gris es demasiado opaco como para pensar que va a despejar. Nos tocará una visita a la población con el impermeable puesto. Lo primero que hacemos nada más llegar a la población es ir a nuestra querida Oficina de Turismo en la que nos dan un mapa y poco menos que un “os apañáis” así que con el mapa en la mano nos vamos a visitar, básicamente, la población porque el castillo nos dicen que está cerrado.
La colorida Kinsale
Kinsale es una población coloreada y de casas muy pequeñas por lo que resulta pintoresca e ideal para pasar un día o medio día caminando por ella. Hay un par de paseos, uno por cada lado de la población y paseando por el río Brandon que llevan hasta el Charles Fort (5,5 km) y por el otro lado hasta el James Fort (6km) que los hubiésemos hecho de buena gana si no hubiese sido por la incesante lluvia que ha parado, para convertirse en un “chirimiri” y pasar, finalmente, a lluvia total.
¿Es mucho que en la ciudad de Kinsale haya dos fuertes? Pues la verdad es que sí pero es que Kinsale está ubicada en un estuario de un río casi en al desembocadura, que da al mar, y en la antigüedad parece ser que fue una ciudad muy poco accesible sobre todo por la posición de los fuertes que no permitían la entrada a los barcos. De hecho es conocida por la batalla de Kinsale de 1602 y en la guerra anglo-española que tuvo lugar entre los años 1585 y 1604. En cualquier caso, sea como sea la historia de esta población, lo que vale la pena es pasear por ella e ir descubriendo poco a poco los rincones que tiene y paseando hemos llegado a Sant Multose Church que es una iglesia anglicana y que por fuera no dice nada pero cuando entras te encuentras con unas vidrieras muy bonitas y lo curioso es que el rosetón de esta iglesia es diferente a los que habíamos visto hasta ahora.
Pasamos por Castillo y vamos al museo de Kinsale
De vuelta pasamos por el castillo de Kinsale «cerrado» no sabemos el motivo, hemos entrado en el Museo de Kinsale que es de libre acceso aunque te piden que dejes una donación para seguir manteniéndolo. El museo es pequeño pero tiene cosas interesantes y vuelven a hacer mención al hundimiento del Lusitania y del Titanic. En una sala del museo había un apartado dedicado al gigante de Kinsale, el gigante Charles Byrne que nació en 1761 y falleció en 1783, llegó a medir 2.48 metros. No nació en esta ciudad pero por algún motivo que desconocemos sus zapatos y sus botas están en este museo.
La visita al museo ha sido entretenida y eso que es pequeño pero a veces, en los lugares pequeños y gratuitos se encuentran muchas curiosidades; como hoy llueve la visita la hacemos entrando en lugares y tocan museos o iglesias. Hemos seguido paseando por las callecitas del pueblo y visto un mercado que parece que está siempre en la calle Market Quay, también hemos disfrutado mucho entrando en la cantidad de tiendas de libros que hay tanto nuevos como de segunda mano así que aunque no hemos comprado ninguno sí que hemos estado mirando libros que, en nuestra ciudad y al estar traducidos en otro idioma, no solemos ver.
Consejo: Pasear por las pequeñas calles de Kinsale sin perderos detalle de las casas de colores y entrar en alguna de las múltiples librerías de segunda mano.
Consejo: Visitar el museo, el acceso es gratuito, y descubriréis historias y leyendas curiosas de Kinsale.
En una de las librerías de segunda mano hemos encontrado esta frase de Virginia Woolf
De vuelta a Cork
Volvemos a coger el bus de regreso a Cork. El cielo continúa gris pero, por suerte, ha dejado de llover. Pese a ser las 14 horas no tenemos hambre y es que el desayuno de hoy ha sido muy potente así que lo que hacemos es ir a un pub a tomar dos pintas y ver cómo organizamos la segunda visita a esta ciudad, Cork, pero por el barrio de Shandon. El barrio lo tenemos al lado del alojamiento y, de hecho, ya se ve que es muy diferente a la zona centro de St Patrick´s Street. El barrio se presenta como mas tranquilo, menos turismo y calles empinadas pero levemente dado que está en la ladera de una montaña. Tras pagar los 11,5€ por las dos pintas nos ponemos a callejear por estas calles porque este barrio es para eso, para perderse por sus calles hasta encontrar las dos cosas que queríamos encontrar: el famoso Museo de la Mantequilla y la Torre de Shandon que está ubicada en la Iglesia de Santa Anna o St Anne´s Church.
El museo de la mantequilla de Cork
Lo primero que encontramos es el Butter Museum y accedemos a entrar porque vemos que la visita al pequeño barrio no va a durar mas de una hora y media. El precio de acceso es de 4€ adultos y 3€ para estudiantes así que sacamos nuestro carnet y accedemos a un museo por un precio insignificante, pensamos. Un detalle muy bueno que tiene el museo es que hay un dossier, hecho por ellos, en diversos idiomas con los que puedes entender todo lo que están exponiendo y con ello entiendes mucho mejor el proceso de la mantequilla y porqué Irlanda llegó a ser tan importante por este tema. Nos hizo mucha gracia dado que cuando éramos pequeñas, había cierta costumbre de ir a Andorra a comprar mantequilla, entre otros comestibles, porque allí era mas barata. Viendo algunos recipientes en el museo que estamos visitando hemos recordado que había unas mantequillas saladas y otra normales en botes como de aluminio ¿de dónde eran? Irlandesas.
La visita al museo de la mantequilla de Cork también ha sido interesante, tanto por la elaboración de la mantequilla en sí como por conocer la relación que hay entre Irlanda y la mantequilla que eso si que ha sido curiosa porque este producto fue uno de los hechos que consiguió hacer que Irlanda mejorase su economía cuando estaba bastante azotada por la hambruna que había pasado. Con un buen plan de marketing y una buena publicidad, se consiguió que bajo el nombre de Kerrygold, la mantequilla irlandesa pasase a ser uno de los productos mas deseados a nivel mundial. El eslogan fue y sigue siendo “mantequilla pura irlandesa”.
Justo al lado de este museo y con un pez por montera, se haya la Iglesia de Santa Ana. El pez no lo tiene la iglesia, lo tiene la torre y en realidad es un Salmón. Si estás en Cork y quieres ir a ver la torre sólo has de mirar un poco porque entre que la torre está en la parte alta de la ciudad y que tiene un salmón dorado la localizarás enseguida. De camino a la torre podrás disfrutar de los graffitis y el art street del barrio de Shandon.
La Torre de Shandon
Esto ha sido muy divertido, nos ha encantado la visita a la torre. Entrar tiene coste pero ha sido insignificante de 5€ y 4€ para estudiantes. Hay más descuentos si vas en familia y de veras que vale la pena. ¿Motivo? Ya sabéis que todas las torres o campanarios suelen tener un reloj y unas campanas pero es que esta torre que tiene ambas cosas, guarda un secreto: resulta que podrás ver el mecanismo íntegro del reloj y, además, tocar la campanas y lo mejor es que pasarás entre las campanas cuando las estén tocando. La experiencia ha sido abrumadora! Lo explico por partes porque esto lo queremos recordar muy bien y así, guardado en el diario, no se nos olvidará. Cuando hemos pagado nuestra entrada la mujer que se hace cargo del tema nos ha dado unos auriculares que hemos pensado que eran para algún tipo de audio guía o similar pero nos ha explicado que era para cuando pasásemos por la tercera planta de la torre y que era obligatorio ponérselos. Bueno –hemos pensado- ya veremos que esto se lo ponte mucha gente! La torre tiene unos 132 escalones de subida pero se pasan bien porque paras por plantas así que no se notan. En la primera planta nos hemos parado porque veíamos a gente tocando unas cuerdas y haciendo sonar las campanas (8 en total) con una guía de canciones que te dejan para deleitar a los vecinos del barrio de Shandon con las dotes de los turistas “toca campanas”. Nosotras hemos tocado las nuestras que han sido: la banda sonora de juego de tronos, un rock&roll y como estos dos han sonado mal nos hemos decantado por el conocido “cumpleaños feliz” que ha sido fácil y ha sonado muy bien en formato campanas.
A partir de ese momento las escaleras se estrechan pero tienen más encanto porque pasan a ser más medievales y accedes a la segunda planta en la que te encuentras el péndulo de un reloj. Un péndulo enorme y que hace sonar el “clik-clak” cada vez que va de un lado a otro. Hemos seguido subiendo hasta llegar a la siguiente planta que era, ni mas ni menos, que el mecanismo del reloj y pasas al lado así que ves todos los engranajes. El reloj de la torre tiene 4 esferas, una por cada lado pero dicen que ninguna de las 4 marca la misma hora y por eso le llaman “el mentiroso de las 4 caras”.
Las fabulosas vistas de Cork desde la torre de Shandon
En el momento en que íbamos a subir por mas escalones han vuelto a sonar la campanas con alguna canción que no hemos descifrado pero el sonido era tan cercano que hemos entendido que debíamos ponernos los auriculares protectores de tímpanos porque, además, no es que sólo oigas las campanas mas fuertes es que, resulta, que el acceso por las escaleras te hace pasar entre las campanas para llegar al final de la torre y poder admirar todo Cork desde la cima. Vale la pena los euros que cuesta la entrada y, además, apenas hay gente por lo que la visita es muy entretenida. Además ¿habéis tenido oportunidad de tocar las campanas? Pues aquí lo haréis y a un barrio entero!
Eran pasadas las 17 horas cuando nos íbamos caminando y alejando de la zona de la torre aun escuchando como las campanas hacían sonar la canción del “cumpleaños feliz” repetidas veces y hemos decidido que era hora de ir buscando sitio para cenar dado que no habíamos comido ese día.
Mc Curtain Street, una calle que no te puedes perder
Hemos vuelto a la calle McCurtain Street porque aunque es una de esas calles que pasan desapercibidas en una ciudad, nos ha parecido que teníamos que dedicarle lago de mas tiempo.
Cork tiene algo de maravilloso y no es por las casitas de colores que impregnan todas la poblaciones de Irlanda sino porque alberga una arquitectura muy curiosa y esta calle tiene algo peculiar e igual que escondía el Tara´s Tea Room seguro que guarda otros secretos pero no solo de comida.
En esta calle se pueden apreciar edificios llamativos de ladrillo visto, por ejemplo el que corresponde al actual Hotel Metropole construido en 1879. Resulta un edificio opulento tanto como el que tiene casi en frente, que debe ser de la misma época y que ahora es el Isaacs Hotel que, por cierto, cuando llueve vale la pena entrar por uno de los accesos al restaurante para ver como hay una pequeña caída de agua que es tan curioso como bonito de ver. El resto de negocios de la calle guardan los escaparates de madera típicos de la época pero esto ya lo hemos ido viendo a lo largo de nuestro viaje por Irlanda solo que esta calle, como es mas grande e industrial, llama la atención recorrerla.
Y paseando por la calle vemos que hay un restaurante japonés, que también guarda el escaparate de madera que en otro momento sirvió para otro tipo de comercio y entramos. En la carta anuncian que tiene ramen y como la temperatura no llega a los 20 grados nos apetece tomar algo calentito en formato sopa. Con el estómago contento nos vamos para el alojamiento y nos despedimos de Cork. Cork nos ha parecido una ciudad grande e industrial y se nota ese toque diferente al restar próximo a la costa. Nos asomamos al río Lee por última vez para ver si hay marea alta o baja y vemos, es increíble ver cómo sube o baja el nivel del río mas de 5 metros en función de la hora del día. Cuando mañana volvamos a cruzar el río para ir a la estación de autobuses, sabemos que el agua estará a punto de desbordarse y que los puentes habrán casi desaparecido pero esta visión la dejamos para mañana cuando vayamos a buscar nuestro bus para ir a Cashel.
Puedes ver toda nuestra ruta de Irlanda en 20 días aquí
Capítulo 13: Cork, una ciudad para comérsela y Cobh, última parada del Titanic.
Capítulo 15: Visitando Rock of Cashel.
En el caso de que queráis preparar vuestro propio viaje a Cork aquí os dejamos información útil:
Prepara la Mochila para Irlanda, todo lo necesario que hay que tener en cuenta.
Alquilar un coche en Irlanda si decides no ir en transporte público.
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Reservar Excursiones interesantes por el Condado de Cork.